Sucedió hace…. Historias de la mili
El servicio militar obligatorio acabó el 9 de marzo de 2001

Comenzamos esta semana nuestra sección de Mirando al Pasado haciendo un poco de historia y recordando el periodo que la mayoría de los jóvenes tuvieron que hacer como fue el servicio militar obligatorio más conocido entre todos como el periodo de “la mili”.
Desde que el Rey Carlos III comenzara la mili con alrededor de 115 mil soldados, hasta el año 2001 con 76.000, el gobierno presidido por Jose María Aznar, decidió acabar con él y pasar a un ejército totalmente profesional, con 231 años, en los que la mili tuvo muchos cambios, tanto en el tiempo de estancia en filas, como en la forma de desarrollarse. Son muchas historias las que hemos escuchado de nuestros mayores contando su paso por esta etapa de la vida, contando lo dura que fue, pero que siempre permaneció en la memoria como un tiempo con buenos recuerdos. Tenemos algunas fotografías que nos reflejan todas aquellas vivencias.

En los lugares donde estaba la caja de reclutas, los días en que se medía a los “mozos”, y después en el sorteo de destinos, se formaban grandes movimientos de jóvenes que les tocaba por reemplazo presentarse para prepararse a entrar a filas. En el sorteo previo a la incorporación, había una gran expectación por ver el lugar donde el recluta comenzaría con los tres primeros meses de “instrucción”.
En estos sorteos siempre había un poco de miedo entre los jóvenes hasta saber su destino, ya que los más temidos eran el Sahara, Ceuta, Melilla o las Islas Canarias. En uno de estos lugares fue donde se tomó la foto que mostramos, concretamente en Ceuta en el año 1960, en el que un grupo de vecinos de Mancha Real, se hicieron una instantánea con la ropa de faena y acompañados de 3 niños de los que vivían en el cuartel.

Entre los soldados estaban, Francisco más conocido por “Francisquillo el panadero”, a su derecha era Juan (el de los piensos) y a continuación Manolo (el pancho). En los años 60, la mili duraba una media de 18 meses en activo.
Dentro de los destinos no deseados por los reclutas estaban las islas Canarias, no por el lugar, porque es precioso sino por la distancia a la península y el largo viaje a la hora de poder disfrutar de un permiso. El primer viaje de ida hacia el destino solía ser largo y con unos recuerdos no muy buenos, pues al mal trago pasado en la de despedida, se unía el pésimo viaje, la mayoría de las veces en aquellos antiguos aviones Hércules, que se volvían interminables.

Al llegar siempre eras escoltado en grupo por la Policía Militar hasta llegar al campamento con el “Petate” (que era una bolsa de lona grande con ojales en su parte superior para poder ser cerrada con un candado, y que se usaba para la ropa y enseres) al hombro, en el que los primeros momentos eran de afiliaciones, entrega de ropas y reparto de taquilla y cama, que estas solían ser literas de 2, 3 o 4 pisos de altura. Vemos en la foto el CIR 15 de Hoya Fría en Tenerife, en una de aquellas fotos de los soldados en la puerta del cuartel esperando el autobús para salir al paseo. La imagen es del año 1979, y el soldado es Francisco González, mas conocido como “Tauro” al poco tiempo de llegar. En Hoya Fría estuvo 4 meses hasta la jura de bandera que fue destinado al Gobierno Militar. Unos años antes, concretamente el 18-7-1971, Paco Yera se hacía una foto en Sevilla que fue donde hizo el periodo de instrucción para después desplazarse a Hoya Fría en Tenerife para completar el periodo.

La Base Militar Álvarez de Sotomayor situada en el pueblo almeriense de Viator, fue durante muchos años el primer destino de los reclutas que se incorporaban a filas y que iban durante tres meses aproximadamente para el periodo de instrucción. En este campamento se encontraban el CIR 6 que acogía a los soldados que después de este primer ciclo, irían destinados a distintos lugares de Andalucía Occidental, y el CIR 17 que era para aquellos que su destino sería Melilla. Para los miles de reclutas que llegaban cada trimestre, el lugar escogido para sus salidas del campamento el domingo que tenían libre, era Almería capital, ya que el pueblo de Viator más cercano, era pequeño y no podía acoger al número de jóvenes que albergaba este acuartelamiento. Para el control de todos estos soldados, había un cuerpo que era muy respetado por todos ellos, y que era la Policía Militar, que se encargaba de que en los lugares de concentración de los reclutas, no hubiese ningún problema. En la imagen vemos a un grupo de reclutas de Mancha Real en la parte de la entrada al campamento que era el lugar de reunión por las tardes, con Miguel Jordán que estaba de Policía Militar en aquél año 1975 y los reclutas Martín (martinito), Alfonso Guerrero, Salva (quicón) y Antonio (Carrascosa), con aquellos cortes de pelo al cero que te hacían nada mas llegar.

Seguro que muchos recordaran el viaje en tren que tenía lugar desde la estación de Jaén, a donde todos los familiares se desplazaban para despedir a los jóvenes que tenían que marcharse. Luego la llegada a Viator de madrugada, con el consiguiente desfile nocturno en fila para ir andando desde la estación de este pueblo, hasta el campamento situado a 5 kms. Este primer día era muy intenso, pues todo era desconocido y te llevaban de un sitio a otro hasta que te asignaban la compañía y la cama donde pasarías los siguientes tres meses. Rápidamente se hacían amistades con los que compartir penas y alegrías y por las tardes, ya que no se podía salir del campamento entre semana, los reclutas se juntaban en aquellas zona de la entrada que había varias tascas o bien te ibas de incógnito a alguno de los “cortijillos” que había en los alrededores del acuartelamiento para comerse alguno de aquellos ricos conejos al ajillo que hacían, como el grupo que vemos en la foto entre los que estaban, a la izquierda de la imagen Bernabé Molina, a su lado estaba Antonio Sigler, hijo del maestro Don Laureano o al otro lado de la mesa, junto al botijo que estaba Manolo Muñoz (Dispapel).

Los años 40 en España fue una década muy complicada tanto en el ejercito como en la gente civil, y donde la mili duraba una media de 18 meses. En el año 1947 se tomó la foto del grupo de soldados, entre los que estaba en el centro de la imagen un vecino de Mancha Real, Juan Ramón Martínez conocido cariñosamente por el “calvo” que en una de estas reuniones que se hacían entre compañeros se tomaron la foto con algunos de aquellos “tres cuartos” pesados que te entregaban para la época del frío. Juan Ramón estuvo destinado en intendencia en Sevilla, trabajando también en la Residencia de Oficiales. Durante su servicio militar tuvo la experiencia de estar los 6 meses aproximados que el General Moscardó estuvo al frente de la II Región Militar, mando que ostentó de abril a octubre de 1946. En el grupo estaba también otro mancharrealeño, Francisco Valero Gómez, padre de Martín el de Vertice que está agachado a la izquierda, con un cigarro en la mano.

La vida diaria en los CIR que es como se denominaba a los campamentos donde se pasaban los tres primeros meses, comenzaba alrededor de las 7 de la mañana con el toque de diana donde te tenías que poner la ropa en menos de dos minutos y salir a la puerta para pasar lista, algunos con todo desabrochado por las prisas. Después llegaba la hora de la gimnasia que duraba alrededor de una hora, las duchas con aquellos pasadizos que tenías que pasarlos con las piernas abiertas para que los chorros entrasen por todo el cuerpo, el desayuno y la instrucción, que era un tute de izquierda y derecha, firmes y descansen que salías molido. Vemos en la última foto que mostramos a un grupo de soldados en la hora de la gimnasia en el CIR Nº 1 del Cerro de San Pedro en Colmenar Viejo en 1954 y en la que aparece un vecino de Mancha Real, en la derecha de la imagen, Gregorio, conocido cariñosamente como “el ciri”.