Sucedió hace….Homenaje a las mujeres que vivieron otros tiempos
Vivieron en una época que no se les reconoció su trabajo

El próximo martes 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, una fiesta que en este año 2022 las concentraciones y las justas reivindicaciones, volverán a parecerse a las de antes de la pandemia del Covid-19. Nosotros desde Mirando al Pasado, hemos querido hacer un pequeño homenaje a todas aquellas mujeres que desde los años 40, con unas condiciones muy duras, estuvieron desarrollando muchos trabajos apenas reconocidos y con sus derechos muy restringidos.
La campaña de la aceituna era una forma de que las mujeres aportaran algo de dinero a la economía familiar, aunque eran las que más trabajaban en esas fechas puesto que después de dar el jornal en el campo, tenían las labores de la casa que en aquellos tiempos no estaban reconocidas y parecía que era su obligación dar el jornal, cuidar y arreglar a los hijos y llevar el hogar con los pocos medios que había. Los jornaleros con sus familias, en unas ocasiones residían durante la campaña en los grandes cortijos para ahorrarse desplazamientos y hacer una vida más económica y en otras, se desplazaban desde el pueblo, para luego regresar al final de la jornada. Este último era el caso de la cuadrilla del cortijo “El Albercón”, que está situado en el camino de Jaén, y en el que era “manijero” Juan Valera, al que vemos en el centro de pié con una de aquellas “varas” que gustaban llevar mientras vigilaban y animaban a las “cojeoras” para que fueran lo mas rápidas posible en su trabajo. Estos grupos en muchas de las ocasiones estaban compuestos por algunos familiares como en este que estaban las hijas de Juan, María y Ramona y varias más como Cati o Manolita.

Los sastres son una profesión que en la actualidad, la mayoría de los que existen, se dedican a la alta costura o viven en grandes ciudades que les permite seguir con el corte y confección de las prendas a medida, una practica que hasta que se comenzaron a vender las prendas por tallas en las tiendas y grandes almacenes, era lo habitual. En los años 50 y 60 podía haber en Mancha Real casi una decena de sastres, todos ellos con buena fama y que eran los que confeccionaban las prendas que se hacían los vecinos del pueblo, los mas pudientes con telas de mas calidad, y la gente con menos poder adquisitivo, con ropa mas económica pero echa igualmente a medida. Uno de aquellos sastres en los años 50, fue J. María mas conocido como el “Chucho”, que tenía su sastrería en la calle la Zambra, en la parte donde comienza a ensanchar, teniendo un grupo de muchachas ayudantas que acudían para aprender a coser que era lo normal en aquellos años cuando estaban solteras, hasta que se casaban. Entre las chicas, siempre había algún chico que aprendía el oficio todos ellos con muy poca edad. La foto que mostramos es de primeros de los 50 en la sastrería mencionada y con el grupo que acudían a diario, donde podemos reconocer a: los niños, en el centro Juanito que luego se fue a Madrid, Pedro que también se fue a la capital, aunque en la actualidad está en nuestro pueblo y Pedrito, hijo del maestro, y entre las chicas estaban, Mª Dolores, Catalina (ramales), María (serbula), Matilde (hija de Pepe el de la harina), Dulce, Isabel (esposa de Isidro), Lola (“narria), o Pepa entre otras.

Muchos eran los talleres de sastrería que había en Mancha Real en las casas particulares, y que fueron durante bastantes años un medio de vida para todas las buenas modistas que siempre tuvimos en nuestra localidad. Eran tiempos en los que como comentabamos anteriormente, la mayoría de las chicas jóvenes, acudían a estas casas de costura en las que unas se preparaban el ajuar de boda, y otras estaban simplemente por aprender a coser que era una de las cosas imprescindibles que una mujer tenía que saber por aquellos años para contraer matrimonio. Fueron muchos y muy conocidos los talleres de costura que hubo repartidos por diferentes puntos de nuestro pueblo como el de Lucía, que estaba en la calle Maestra, más abajo del salón parroquial de San Francisco, una mujer muy querida por todas las oficialas que pasaron por su casa, y que tuvieron un gran aprendizaje, ya que era una maestra muy buena en todo lo relacionado con la costura. En la foto aparece rodeada de sus alumnas un 9 de abril de 1958, y con ella estaban entre otras, su hija Dolores, Micaela, Pepa, Catalina o Agueda.

Como rama femenina del partido de la Falange Española Tradicionalista y de las Jons, en el año 1934 se formó la “Sección Femenina”, encargada en aquellos primeros años en las tareas de apoyo a los militantes masculinos del partido. Su dirección corrió a cargo de Pilar Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, hermana de José Antonio, que estuvo al frente desde sus comienzos hasta su desaparición en el año 1977. En la sección femenina se enseñaba a las mujeres entre otras cosas a tareas que se suponía les valdrían una vez que estuvieran casadas como aprender a coser o bordar. También había grupos de coros y danzas que en muchas ocasiones se desplazaban a otros puntos de la provincia para cantar como muestra la imagen de portada tomada en los años 50 en un acto celebrado en Jaén, en el que el coro de Mancha Real actuó bajo la dirección del maestro Manuel Rosa más conocido como “Rosilla”.

En abril de 1964, el Ministerio de Trabajo de España puso en marcha el denominado Plan Nacional de Promoción Profesional Obrera (PPO), con una serie de cursos impartidos por monitores en centros móviles, de carácter ocupacional que perseguían el dar una respuesta en los pueblos rurales, al trabajo del campo que era la principal fuente de ingresos en las familias. Con estos cursos se pretendía dar una salida profesional a muchos jóvenes que no veían su futuro en la agricultura y que con la enseñanza de estos, muchos pudieron encontrar trabajo en la industria. En nuestro pueblo fueron bastantes de estos cursos los que se impartieron a lo largo de casi dos décadas, en la que fueron una salida también para las mujeres, siendo muchos cursos los preparados para ellas como los que se dieron en el 1974 en las instalaciones de la Casa de la Cultura, donde el grupo de chicas que vemos en la escalera del edificio, posaban antes de entrar al curso que llevaban a cabo de cocina y de corte y confección.

Si hemos comentado anteriormente que los ajuares eran muy importantes para las parejas que se casaban, otra costumbre cuando se aproximaba este día era el preparar la lana para el colchón. En este año de 1960 al que pertenece la foto que mostramos, muchas de las parejas que se casaban, tenían el “privilegio” de contar con lana para rellenar el colchón con el que comenzarían la nueva vida, ya que mucha gente todavía usaba para el relleno, las “mosas”, que eran las hojas de las panizas que se les quitaba para secarlas y que servían de descanso en la mayoría de los hogares. La lana era como el artículo de lujo de entonces y los que se casaban, comenzaban con este preciado regalo, que normalmente era la familia más cercana la que se preocupaba de todo el ritual que este hecho conllevaba. Lo primero era adquirirla luego se “esmotaba” para quitarle todo lo que había adherida a ella, y después se pasaba a lavarla, que para ello se desplazaban un grupo que solían ser mujeres, hasta alguna acequia de las que había en los alrededores del pueblo y con aquellas “piedras de lavar” y jabón echo a mano, dejaban el tejido totalmente blanco para secar. En la imagen vemos al fondo a María que era la que se casaba, con su madre y sus hermanas, Catalina y Juanita y sus primas Cati y Mari, “las toribias”, en la acequia de “Vallehermoso”.